martes, 29 de marzo de 2011

Rocío Palma Valle, Maestría en Historia, ICSyH - BUAP

Introducción:

La derrota de Porfirio Díaz y su consabido exilio desencadenó diversas explicaciones historiográficas. Cien años después, la importancia de la cuestión sobre el estudio histórico acerca del proceso social producido y vivido en ciertas regiones del país, a partir de un movimiento político, cuestiona los orígenes que llevó a la sociedad a la sobrevivencia política y económica después de 1910.

La presente investigación, intenta conseguir un entendimiento de este movimiento a partir de una región en particular. Ubicamos el municipio de Atlixco como el escenario histórico primordial de la narración. Asimismo, reconocemos que el territorio de las regiones no tiene por qué estar encerrado en un marco geográfico homogéneo, puesto que la extensión del mismo depende de la territorialidad, es decir —la forma de apropiárselo—, con que han operado y operan sobre él sus habitantes y los actores sociales colectivos, internos y externos. Además de la geografía, sus características espaciales están dadas por diferentes fenómenos que hacen posible la existencia de una sociedad regional, como son la etnicidad, la economía, la cultura, la lengua y un sentido de pertenencia conformando así un regionalismo. Ello hace factible que las regiones puedan ser comparadas desde la perspectiva historiográfica


Raúl Tepo Cinto, Maestría en Historia, ICSyH - BUAP

El papel de Carmen Rivero para la popularización de la Cumbua en México, 1964-1966


Introducción:


“se piensa en cumbia, se dice Carmen Rivero;
se dice Carmen Rivero, se piensa en cumbia”
(Contraportada del segundo LP)


En 1964, la Cumbia (apócope de cumbiamba) alcanzó la popularidad anhelada en México por medio de Carmen Rivero. La llegada de este ritmo había tenido intentos fallidos para alojarse en el gusto del público mexicano en años anteriores a la década de los sesenta. El trabajo de difusión fue iniciado por los mismos intérpretes colombianos que llegaron a México con el propósito de promocionarlo, pero su integración al gusto general fue posible hasta que las adaptaciones e interpretaciones que Carmen Rivero hizo y dirigió fueron conocidas, difusión a la que se sumaron posteriormente grupos de personas e instituciones, lo cual generó su rápida popularización en México, primero, y, después, en todo el mundo.

Al inicio de los sesenta, en el espacio musical mexicano aún predominaban los ritmos afroantillanos. La gente bailadora (y no bailadora) seguía deleitándose con el danzón, el chachachá, la rumba, y el mambo de Pérez Prado. También se escuchaban el bolero, la trova, la canción ranchera, y los primeros sonidos norteños -que para entonces ya hacían esfuerzos por ganar audiencia en el centro del país. El público que gustaba de los ritmos afroantillanos se daba cita en los templos del libre movimiento de caderas en las noches durante los fines de semana, el objetivo era ser conocido y reconocido por las damas de la sociedad tropical a través de la demostración de los mejores pasos que a lo largo de la semana se habían ensayado en el salón de clases, improvisado por las noches en su casa, el taller, la calle, o algún otro sitio. Lo importante era ser el mejor en la pista de baile.