lunes, 28 de febrero de 2011

Eva María Serna Arán, Maestría en Historia, ICSyH - BUAP

El surgimiento de la lucha revolucionaria en el Distrito de Atlixco, Puebla, 1909-1911


Introducción:

Como ya lo han señalado diversos historiadores, la Revolución mexicana no fue homogénea ni fue el resultado de una sola lucha compartida en el país; las diferentes revueltas y rebeliones que brotaron en el México de esa época se caracterizaron por su contexto y problemáticas particulares. En ese sentido, el movimiento zapatista ha sido ampliamente estudiado a partir de su corazón morelense, su caracterización historiográfica ha sido la del movimiento campesino más radical en cuanto a su planeamiento central de reforma agraria: “La tierra es de quien la trabaja”. La toma de ingenios azucareros, la repartición de tierras de haciendas entre aquellos que enarbolaron esta lucha y su tropezada alianza con el villismo han sido lineamientos imprescindibles para comprender y tratar de explicar a este movimiento. Sin embargo, el zapatismo, desde los años más tempranos de su nacimiento, se extendió a las tierras altas y frías del norte de Morelos, del sur del Estado de México y el Distrito Federal, a la serranía de los estados de México y Guerrero, a una extensa zona poblana, a las montañas de las tierras limítrofes entre Morelos, Puebla y Oaxaca. En estas regiones el movimiento adquirió formas específicas y diferentes a los valles centrales de Morelos, en donde interactuaron diversos actores como arrendatarios, aparceros, trabajadores textiles, artesanos, tenderos, pequeños comerciantes, intelectuales, campesinos y, por supuesto, pueblos indígenas. Así el zapatismo, a pesar de considerarse como el movimiento más homogéneo dentro del gran mosaico de la revolución, también tuvo sus particularidades y formas de organización diferentes en cada una de sus zonas de influencia.


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