miércoles, 28 de noviembre de 2012

Luis Mauricio Martínez Merino, Maestría en Historia, ICSyH-BUAP


“[…] Y VENIMOS A QUE CUMPLA LO QUE PROMETIÓ”
REVOLUCIÓN Y REFORMA AGRARIA EN PUEBLA, 1910-1920

Introducción

            Del paso de un estado desarrollista al neoliberalismo, la situación del campo mexicano se agravó. El aumento de pobres rurales sin tierra, el crecimiento del minifundio, el envejecimiento de titulares y el aumento de mujeres ejidatarias a causa de la migración, ha hecho dependiente a este sector de subsidios públicos y programas asistencialistas. Las malas políticas públicas al campo y la corrupción sindical fomentan las desigualdades regionales. La iniciativa de las trasnacionales sobre apropiación de tierras, monocultivos y especulación financiera en alimentos, amenazan los recursos naturales y la producción natural de las comunidades rurales. Sin embargo, éstas se han mantenido activas y en resistencia. A través de la organización, difusión, convenciones, medios legales y a veces violentos, han puesto  en la opinión pública sus derechos y reivindicaciones: participación en decisiones, soberanía alimentaria, autonomía,  medio ambiente sano, control de recursos propios, respeto a sus prácticas tradicionales, equidad de género, trabajo, salud, educación y justicia.[1]







[1]  La Jornada del campo, 22 de julio del 2012.





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