“[…] Y VENIMOS A QUE
CUMPLA LO QUE PROMETIÓ”
REVOLUCIÓN Y REFORMA
AGRARIA EN PUEBLA, 1910-1920
Introducción
Del
paso de un estado desarrollista al neoliberalismo, la situación del campo
mexicano se agravó. El aumento de pobres rurales sin tierra, el crecimiento del
minifundio, el envejecimiento de titulares y el aumento de mujeres ejidatarias
a causa de la migración, ha hecho dependiente a este sector de subsidios
públicos y programas asistencialistas. Las malas políticas públicas al campo y
la corrupción sindical fomentan las desigualdades regionales. La iniciativa de
las trasnacionales sobre apropiación de tierras, monocultivos y especulación
financiera en alimentos, amenazan los recursos naturales y la producción
natural de las comunidades rurales. Sin embargo, éstas se han mantenido activas
y en resistencia. A través de la organización, difusión, convenciones, medios
legales y a veces violentos, han puesto
en la opinión pública sus derechos y reivindicaciones: participación en
decisiones, soberanía alimentaria, autonomía,
medio ambiente sano, control de recursos propios, respeto a sus
prácticas tradicionales, equidad de género, trabajo, salud, educación y
justicia.[1]
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